Manel González Iglesias
Periodista de Editorial Agrícola
Incrementar la productividad de una explotación para que siga siendo rentable es el principal reto que tiene ante sí un ganadero. Sin embargo, existe en la actualidad toda una serie de factores externos e internos que obstaculizan ese propósito. Además del elevado coste de las materias primas y de los recursos energéticos, que minan desde el exterior la capacidad económica del titular de una granja, todo lo relacionado con el estado de salud de los animales va a tener un impacto decisivo, positivo o negativo, en la estabilidad de la misma.
Es por ello que la prevención de enfermedades se ha convertido en una pieza fundamental del correcto engranaje de un negocio ganadero. Implementar las adecuadas medidas preventivas es la primera acción que debe contemplar una correcta estrategia dirigida a evitar la aparición de enfermedades para garantizar la buena salud de los animales de la explotación.
La aplicación de un plan preciso de prevención de enfermedades tiene una ventaja evidente: va a resultar más efectivo y más económico que el tratamiento de una enfermedad ya desarrollada, al centrarse en la disminución de los factores de riesgo en una ganadería y en fortalecer el sistema inmunológico de los animales.
Una correcta estrategia de prevención incluye medidas relativas a la bioseguridad de las granjas, a la nutrición de los animales, al manejo de las situaciones de estrés que sufren y también a los programas de vacunación, entre otros.
La cuestión de la bioseguridad es central.
Los trabajos de limpieza de los complejos ganaderos, la instalación de sistemas de ventilación adecuados, el suministro constante de alimentos y agua limpios y el correcto manejo de los residuos ganaderos debe complementarse con una serie de prácticas diseñadas para evitar la penetración y la propagación de agentes infecciosos en el interior de los edificios. Algunas de ellas son los controles de acceso, que limitan la presencia de personal u otros animales no autorizados; la cuarentena para los animales recién llegados a la explotación; el control y prevención de la presencia de vectores que puedan introducir enfermedades; y las medidas de higiene personal, como el lavado y desinfección regular de las manos, y la utilización de vestimentas y equipos de protección adecuados.
Limitando la exposición de los animales a agentes patógenos y configurando espacios higiénicos, el riesgo de enfermedades se reduce considerablemente.
Asimismo, una estrategia de prevención debe contemplar dietas equilibradas y nutritivas que ayuden a los animales, en cada etapa vital, a mantener un sistema inmunológico fuerte.
La minimización de los factores de estrés y el correcto manejo de las situaciones que pueden provocar ansiedad a los animales son también conceptos de especial incidencia en la prevención de enfermedades.
La otra gran herramienta, es la vacunación.
Se trata de un protocolo muy eficaz a la hora de estimular la respuesta inmunológica de los animales de la explotación y dotarles de una mayor protección contra enfermedades infecciosas. Gracias a los programas de vacunación, los animales ven acelerada la producción de anticuerpos, células inmunológicas específicas y memoria inmunológica.
Otros aspectos positivos de la vacunación son su especial contribución a la reducción de la incidencia y la gravedad de las enfermedades del ganado y su papel de como ‘cortafuegos’ de enfermedades al minimizar las posibilidades de que los animales sean portadores asintomáticos o diseminadores de agentes patógenos.
Pero donde queremos hacer especial hincapié es en la contribución de la vacunación a la reducción del uso de antibióticos.
Enfocarse en la prevención de enfermedades permite disminuir la incidencia de infecciones bacterianas secundarias que, de manera habitual, hay que tratar con antibióticos. Con la vacunación se mitiga, por tanto, el riesgo de desarrollo de resistencias bacterianas, uno de los grandes problemas globales de salud pública y de sanidad animal, y se certifica un uso más responsable y selectivo de los antibióticos en las explotaciones ganaderas.